Mi libro de cuentos crueles (no muy apto) para niños (aunque echarán un vistazo) se podrá descargar gratuitamente desde este viernes 16 de julio y hasta el martes 20. ¡Los invito a vivir un tipo especial de terror en narraciones breves!
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Les comparto un fragmento de uno de los cuentos de este libro que más me gustan:
El monstruo del lago Champlain
Viajando de regreso a casa en helicóptero sobre el lago Champlain, en Vermont, Estados Unidos, los hermanos Kevin y Nora vieron a un negro animal de grandes dimensiones nadar como si fuera una serpiente. A su lado, los yates anclados parecían de juguete. Llamaron la atención de su papá sobre aquel ser y éste, un actor que acababa de ser echado de Hollywood tras descubrirse que faltaba a los ensayos por ser un fanático de la criptozoología (la búsqueda de animales fantásticos), de inmediato preparó la cámara de video.
Al llegar a su casa, donde los esperaba su esposa, el señor puso la película del monstruo en la televisión.
–¿Te das cuenta, querida Mary? ¡Me haré famoso con este video que prueba la existencia del monstruo del lago Champlain! Y entonces se darán cuenta de que no estoy chiflado y me volverán a llamar para filmar.
Mary no podía creer lo que estaba viendo en la pantalla.
–¿Es una serpiente gigante, mamá? –preguntó Nora.
–No, hija, más bien parece un plesiosaurio, es decir, un dinosaurio marino, pero, ¡por Dios!, esto no es el mar y los plesiosaurios se extinguieron hace millones de años. Déjenme mostrarles cómo eran –y les enseñó a los niños una imagen en internet de un reptil de cuello largo y cuatro aletas.
–¡Sí, mamá! –dijo Kevin–, ese monstruo se parece mucho al que vimos.
El señor trató de vender las imágenes a varios programas de noticias, pero nadie se interesó; todos pensaron que se trataba de un engaño.
–Se dice que ese tipo arruinó su carrera en Hollywood al descuidar su papel en una gran producción por andar buscando un unicornio –comentó un reportero de espectáculos y ello causó la risa general en una estación de televisión que acababa de visitar el actor.
El pobre hombre invirtió el poco dinero que le quedaba en comprar equipo para hacer una investigación en el lago.
Salió una mañana en un viejo yate alquilado y no tardó en detectar con algunos instrumentos especiales una serie de ruidos que eran parecidos a los que hacen las ballenas. Fue siguiendo aquel extraño ruido del fondo del lago hasta que, seguro de que estaba justo encima del monstruo, se lanzó al agua con su traje de buzo y una potente linterna marina.
–¿Cuándo volverá papá? –preguntaban sus hijos aún con piyama, viendo la tele en la sala de su casa. Su mamá preparaba el desayuno.
–No lo sé. Él está tratando de hacer algo para ganar dinero, mucho dinero. Esperemos que todo le salga bien.
El actor fracasado miraba en esos momentos un par de enormes ojos que lo veían a su vez. Tomó el arma de arpones y trató de disparar antes de que aquella cosa se acercara, pero la criatura acuática fue mucho más rápida y casi le arranca el brazo.
Por la tarde dos jóvenes tocaron a la puerta y Mary salió a recibirlos.
–Supimos que su marido tiene un material muy valioso, y queremos proponerle un trato. Pero primero déjenos mostrarle un video –dijeron.
La señora les dijo que su esposo estaba en el lago, pero que ella podía atenderlos por el momento.
Poco después, Mary y sus hijos veían un dinosaurio de plástico que traía uno de los muchachos, mientras que el otro mostraba el video que llevaban y decía cómo habían grabado al juguete para hacerlo parecer real.
–Como ve –le dijo el joven que estaba junto a la televisión–, nuestro video es muy malo, pero a pesar de eso lo pudimos vender. Estamos convencidos de que el video de su marido es real, pues nosotros también vimos al monstruo, pero no lo pudimos capturar con la cámara, así que recurrimos al truco con el juguete. Escuche: tenemos los contactos y queremos proponerle vender su video a cambio de la mitad de las ganancias.
–¿La mitad? ¿No les parece mucho? –preguntó la señora, indignada.
–Es eso o nada –dijo el muchacho deteniendo el video. En ese momento la puerta se abrió de golpe y apareció el señor chorreando agua y sangre. Se mantuvo sólo unos momentos de pie, con la vista perdida, y luego cayó desmayado.