Capítulo del libro Cómo estar feliz y alegre todos los días
Más de una persona con gran éxito y satisfacciones en su vida ha comentado que tuvo que fracasar muchas veces antes de triunfar.
Desafortunadamente, no todos los individuos que actualmente se consideran fracasados y han dejado a un lado sus sueños para vivir una existencia llena de insatisfacciones, tristeza y falta de entusiasmo hacen caso a la voz de “inténtalo de nuevo, pues la próxima vez puede ser la definitiva”, “la tercera es la vencida”, “no hay quinto malo” ni muchas otras parecidas que fueron creadas por quienes conocen el secreto, ¡el gran secreto!: si lo intentas una y otra vez sin rendirte, tarde o temprano el universo te premiará por tu esfuerzo, y ¡es así lo creas o no!
Lo que sucede es que muchas personas tienen temor al éxito y a echar por tierra su teoría preferida de que hay quienes nacieron con estrella y otros estrellados, o que hay quienes nacieron para maceta y no pasarán del corredor, es decir, que por ello jamás van a triunfar mientras que otros sí lo harán.
A todo ello grandes personajes del cine, la literatura, la economía, la política, etcétera, responderían con una sola palabra: ¡tonterías! Si tenemos claro nuestro objetivo, lo que queremos ser en la vida, únicamente debemos hacer dos cosas: trabajar duro y sacar todo el jugo a nuestro talento especial. ¡Así es! Todos poseemos muchos talentos, pero en especial uno que nos hace únicos e irrepetibles. Así que tenemos que fijar en la cabeza que debemos ser auténticos y no tratar de imitar a nadie. Y cuando nos pregunten qué personaje famoso nos gustaría ser diremos con toda seguridad: “Ninguno, quiero ser yo mismo”, si bien podemos tomar a grandes figuras como nuestro modelo.
Todos esos grandes personajes que han hecho historia tienen algo en común: han visto los fracasos no como algo que los aplasta y anula, sino como lecciones de la vida para mejorar e ir cada vez más lejos. Igualmente saben, con su natural sabiduría de la que tanto podemos aprender, que nadie puede evitar fracasar. Y, en efecto, si hubiera gente que nunca fallara, no existirían tantos productos en el mercado para hacer reparaciones o deshacer errores, y saben a lo que me refiero, tan solo hay que poner el caso de lo que necesitamos para borrar errores a la hora de escribir en papel. Así que siempre que quiera recriminarse por una falla, recuerde que no somos como el gusano, que no tropieza, y que las personas que nunca fracasan es porque nunca se han atrevido a hacer algo que valga la pena para lograr su felicidad.
El temor al éxito muchas veces se basa en el temor al fracaso y al ridículo, pero hay que tener en cuenta que quien no está dispuesto a arriesgarlo todo jamás conseguirá todo lo que verdaderamente ama.
J. K. Rowling, la autora de la famosa saga del mago Harry Potter, es una clara muestra del valor del fracaso, y lo dijo ella misma cuando dio un discurso en el 2008 en la Reunión Anual de la Asociación de Graduados de Harvard: entre lo primero que dijo estuvo esta frase: “He decidido hablar de los beneficios de fallar” porque el fracaso le dio seguridad interior, pues luego de perderlo todo no le quedaba más que luchar al máximo por su sueño de escribir novelas por siempre, y en seguida mencionó todos sus grandes fracasos, empezando por un doloroso divorcio solo siete años después de haberse graduado en Harvard. Lo escandaloso del fin de su matrimonio fue mayor aún por lo poco que duró este, y dado que en su familia la habían educado de modo que creía que nada podía lograr en la vida, pues sus padres provenían de entornos pobres, no sabía qué hacer ella sola con su pequeña hija; pero estando en el absoluto abandono, lo primero que hizo fue conseguir ayuda del gobierno de su país y luego se puso a trabajar duramente por largas jornadas en su máquina de escribir en las cafeterías, sin desatender a su niña. Ella fue su impulso.
Pero junto con el amor por su hija, fue la experiencia de haberlo perdido absolutamente todo lo que la impulsó a salir adelante. Entonces descubrió que su voluntad era muy fuerte y que era más disciplinada de lo que creía o de lo que había demostrado ser al pasar exámenes sin casi ir a clases por estar escribiendo lo que su rica imaginación le dictaba en las mesas de las cafeterías. Igualmente descubrió lo importantes que eran sus amigos. Por eso afirmó que no conoceremos realmente la fuerza de nuestras relaciones amistosas hasta que se pongan a prueba ante la desdicha.
Un punto fuerte de su conferencia fue aclarar a todos los jóvenes que se graduaban en aquel lejano año que el talento y la inteligencia nunca han vacunado a nadie contra los caprichos del destino.
Por entender que el fracaso o, mejor dicho, una serie de fuertes fracasos son la base del verdadero éxito, que no se tambalea ni se agrieta con nada, ha habido personajes que conscientemente han buscado el fracaso, uno tras otro, cada uno peor y más profundo que el anterior, para desde ahí impulsarse a la cima poniendo en ello todo el poder de la voluntad y de la mente humanas, que son tan amplios y profundos como los océanos o como el universo mismo, de modo que jamás sabremos cuáles son sus límites.
La autora que hemos mencionado y cientos y cientos de otros famosos son la viva muestra de que no es mentira la máxima “el que persevera alcanza”.
Y de manera más bella y extensa nos lo dice el poeta argentino Pedro Bonifacio Palacios en sus célebres versos:
No te des por vencido, ni aun vencido,
no te sientas esclavo, ni aun esclavo;
trémulo de pavor, piénsate bravo
y arremete feroz, ya mal herido.
Ten el tesón del clavo enmohecido
que ya viejo y ruin, vuelve a ser clavo.