Cómo Odín perdió uno de sus ojos

Relato del libro «Los mejores mitos y leyendas de todo el mundo. Volumen 2»

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De este mito se originó la expresión: «Le costó un ojo de la cara».

¿DE QUÉ TRATA?

Odín ofrece uno de sus ojos a su amigo Mimir, que cuidaba la fuente cuyas aguas poseían la sabiduría del universo, pues deseaba beber de esa agua para saber dónde estaban sus hermanos. Así, Odín perdió su ojo izquierdo pero ganó sabiduría infinita.

EL RELATO

Un día como cualquier otro, Odín, fue a buscar a sus hermanos por las praderas de Asgard, sin embargo, pasaron las horas y la búsqueda no dio sus frutos. Acongojado, montó su poderoso caballo, el brioso Sleipnir, y se dirigió al territorio de su amigo y consejero Mimir. Éste era muy sabio y prudente y único en su tipo, pues era una enorme cabeza sin cuerpo que en el pasado había pertenecido a un gigante. Postrado e incapacitado de moverse, no obstante, era el guardián de la Fuente de Mimir, cuyas aguas poseían la sabiduría del universo y a la cual Mimir cuidaba celosamente de cualquier intruso. Si bien no podía moverse, sus gritos eran tan poderosos que podían matar a cualquiera.

Al llegar a la fuente, Odín había acumulado gran preocupación pensando en el destino de sus hermanos, por lo que increpó a Mimir para que le permitiese beber un sorbo de aquella agua mágica y así conocer la ubicación de sus hermanos, pero aquel guardián, tan viejo como sabio, se negó rotundamente.

Odín, aún más preocupado, le preguntó la razón de su negativa. Mimir replicó que en la vida se debía ser precavido y preguntó qué pasaría si él le permitiese a cualquiera que llegase con un problema tomar agua de la fuente. Simplemente, cada uno sabría su destino, por lo tanto, el destino ya no tendría importancia alguna y lentamente el mundo dejaría de funcionar. ¿Para qué hacer algo si ya se sabe de antemano qué pasará?

Odín, ante tan sabia réplica, quedó atónito y, murmurando para sí, dijo: “Daría un ojo por un sorbo”, la cabeza del gigante, que lo que tenía de sabio lo tenía de aburrido, algo lógico dada su situación, respondió: “¿Darías tu ojo izquierdo? ¡Trato hecho!”.

Odín palideció al punto del estupor. Sin embargo, tras reflexionarlo, se arrancó el ojo izquierdo y, deseando no pensar en lo que acababa de hacer, lo arrojó a la fuente. Tras dar unos giros en el agua, su ojo caería hasta depositarse en el fondo de la misma. Desde ese mismo día, Odín se convertiría en el ser más sabio del universo, pero, tras reflexionar en las palabras de su amigo, decidió sólo no saber del futuro. De esta historia se originó la expresión: “Le costó un ojo de la cara”.

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