Este caso ha dado la vuelta al mundo y ha inspirado algunas películas, entre ellas la titulada El exorcismo de Emily Rose. Como recordarán quienes disfrutaron este interesantísimo filme, la joven víctima de los poderes demoniacos veía caras infernales por casi todos lados, como si mirara a través del aspecto normal de ciertas personas y descubriera lo negras que tenían sus almas. Y no sólo eso, la joven Emily veía y escuchaba en el campus de la Universidad (Anneliese estudiaba en la de Würzburg, Alemania) a seres salidos del averno y oía voces sobrenaturales.
Anneliese Michel nació en una población de Baviera, Alemania, y su familia era muy católica, pero se encontraron con algunas dificultades al tratar de encontrar alivio para la chica. Suponiendo que ella era dominada por algunos demonios (Anneliese decía que eran seis), platicaron con varios exorcistas, pero algunos hacían caso al diagnóstico que los médicos dieron en 1968, cuando Anneliese tenía sólo 16 años: suponían que sus frecuentes ataques y las voces extrañas y graves que salían de ella no eran sino síntomas de epilepsia. Sin embargo, el parecer de la ciencia no convencía a sus padres, pues ellos mismos habían sido testigos de hechos extraños en el hogar cuando Anneliese era víctima de convulsiones y hablaba con un tono distinto al habitual. Por ejemplo, en las terribles circunstancias que referimos, los señores habían visto extrañas sombras por las paredes de la casa
Pese a ello, los exorcistas de la Iglesia católica insistieron en que en realidad no estarían seguros de que Anneliese estaba poseída hasta que no se presentaran señales claras de intervención demoniaca, como la xenoglosia (hablar en lenguas que desconocía) o alterar las leyes de la naturaleza, como, sin que hubiera contacto físico de por medio, mover cosas o dañar a las personas que se hallaran cerca de ella; además, debería demostrar completa aversión a objetos religiosos. Sobre todo en este último caso, era evidente la contradicción entre las actitudes de la jovencita y la posesión diabólica, pues Anneliese adoraba hincarse ante la imagen de la Virgen o ante un crucifijo, y lo hacía tantas veces que, tras su muerte, algo que sorprendió a los médicos fue que sus rodillas estaban destrozadas.
Durante una época su cordura pareció haber sufrido serios daños y se le ingresó en un hospital psiquiátrico. Pero la fe de Anneliese en la protección de la Virgen María y en el amor de Dios, le permitieron salir de ahí al poco tiempo e ingresar a la universidad. Pero ahí, como se ha mencionado, seguían siendo frecuentes para ella las apariciones de seres con rostros deformados por la maldad.
Ella soñaba con ser maestra, pero sabía que no conseguiría el título si la gente se enteraba de sus extrañas visiones, así que en uno de sus trabajos escolares, titulado El tratamiento del miedo como una tarea educativa de religión (Die Aufarbeitung der Angst als religione-Pädagogische Aufgabe), manda mensajes ocultos pidiendo ayuda a quienes quisieran entenderla.
Durante un tiempo, en compañía de su familia, visitó sitios sagrados buscando respuestas a lo que le sucedía, hasta que en una ocasión, atravesando el parque que estaba cerca de su casa al lado de su amigo Peter, la misma Virgen María se le reveló a la chica y le transmitió el mensaje de que tenía que enfrentar al Diablo. Según refirió la mamá de Anneliese, la Madre de Dios le dijo a la joven que sufría mucho porque en esos tiempos muchas almas iban al Infierno y que ella debía ser ejemplo de una buena católica.
En 1973, el párroco Ernst Alt, famoso exorcista, accedió a ayudarla. Apegado al Rituale romanum, que, en latín, daba las reglas para expulsar a Satanás y los ángeles caídos, consiguió información importante acerca de lo que le pasaba a la chica: sucedía que, por ser una buena católica, la habían poseído los espíritus malignos de Caín, Nerón, Judas Iscariote, Lucifer, Hitler y un profanador de tumbas, que se alternaban con otros seres maléficos para torturarla y hacerla renegar de su fe. Aquí debemos anotar que tras darse el caso de Anneliese Michel, el texto del Rituale romanum, descuidado por la Iglesia católica desde principios del siglo XVII, fue traducido a casi todos los idiomas.
Las sesiones dirigidas por el exorcista duraron todo un año y fueron grabadas para tener un inquietante testimonio de la veracidad de esta posesión diabólica.
En el siguiente video, se pueden ver fotos de aquellas sesiones y oír los aterradores ruidos y voces demoniacas que salían de la garganta de Anneliese durante las mismas:
Ahí se escucha claramente cómo los demonios dicen “nine” (no) a los requerimientos del cura de que dejen en paz a la joven.
Pese a los esfuerzos del párroco, los resultados no fueron los esperados. Víctima del poder de los seres que la habitaban, Anneliese Michel dejó de comer. Insistía en que los espíritus maléficos la lastimaban si intentaba hacerlo. Así, fue perdiendo peso y debilitándose gradualmente.
Durante los días previos a su muerte, los crucifijos de la casa, según palabras de sus padres, daban vueltas sin que nadie los tocara y los espejos se rompían sin explicación alguna.
Anneliese murió de inanición el 1 de julio de 1976, pesando tan sólo 31 kilos. En realidad era muy joven: faltaban dos meses para que cumpliera los 24 años. Antes de expirar, tomando con firmeza las suaves manos de su madre, le expresó con un hilito de voz:
–Mamá, tengo mucho miedo.
Su angustia ante todo era causada por ignorar su destino luego de que muriera: ¿Su alma había sido ganada por las huestes del infierno, o bien, su entereza y lealtad a la Iglesia católica, pese a las torturas que recibía de los demonios, la hacían merecedora del Cielo? Después de todo, ¿acaso no fue su fe inquebrantable similar a la demostrada por Job, quien no dejó de amar ni de respetar a Dios tras perder todas sus posesiones materiales, su salud y hasta su familia? En la realidad nada puede saberse. Lo que sí parece ser cierto es que la familia de la chica no volvió a tener contacto con fuerzas salidas del infierno después de su muerte.