Jorge Luis Borges opinaba sobre esta obra: «Todo en este libro es extraño […]. Como en el caso de Lewis Carroll, la ficción está hecha de sueños que encierran otros sueños».
—Then it is that a ghostly legend wakes to new life in the hidden recesses of my mind, the legend of the Golem, that man-made being that long ago a rabbi versed in the lore of the Cabbala formed from elemental matter and invested with mindless, automatic life by placing a magic formula behind its teeth. And just as the Golem returned to inert clay immediately the arcane formula was removed from its mouth, so, I imagine, must all these people fall lifeless to the ground the very second a minuscule something is erased in their brains—in some the glimmer of an idea, a trivial ambition, a pointless habit perhaps, in others merely a dull expectation of something vague and indefinite.
Gustav Meyrink construye una de esas novelas que nos hacen ver la realidad con el terror con que vemos en nuestros sueños las deformaciones de cuanto parecía seguro, dictaminado y etiquetado por los sabios. En esta obra la anécdota no es más que un pretexto para que el autor nos muestre a la humanidad como un conglomerado de seres caprichosos y voluntariosos.
Se pierde la moral cuando lo que importa es encontrar, a costa de lo que sea, un sentido a la vida, que en pocos casos es el deseo de superarse a uno mismo.
El Golem, ese mítico ser de la cultura judía, es una representación burda de cuanto de bestial esconde el alma del animal llamado hombre.
Jorge Luis Borges opinaba sobre esta obra lo siguiente: «Todo en este libro es extraño, hasta los monosílabos del índice: Prag, Punsch, Nacht, Spuk, Licht. Como en el caso de Lewis Carroll, la ficción está hecha de sueños que encierran otros sueños». A fin de cuentas, una obra que sugiere más que explica.