Me avergüenza mi edad bajo tu ceño
¿Por qué lloras y me miras?
Y no lloras como una niña en la inocencia
Sino con la rabia de la mujer culta
A quien le acalora la actitud indiferente
Como un golpe en la mejilla.
Provienes de un pueblo seco cuyo nombre se ha perdido
Tus pies finos y desnudos
Se han acostumbrado al suelo.
Tus manos finas y pequeñas
Se recuestan abrazando mis poemas
Sobre tus muslos delgados y lechosos.
Las gaviotas abandonan sus nidos
Y se dejan llevar
Por este viento de almas que braman.
Nos miramos, mantenemos la distancia.
¿Por qué me buscas?
¿Por mis letras?
Sé que ni siquiera has abierto mi poemario.
Siempre te sientas alejada
Pones tus fardos de por medio
¿Por qué me ofende tu distancia?
Jamás vi que sollozaras
Decías tener líos
Mas nunca hablas de ello.
Te he visto alegre
Y hoy te vi la ira
Pero una ira
Disipándose en la dorada tristeza de tus ojos.
Sé que no volveré a buscarte
Al menos no en los próximos años,
Pero tú te quedas apaciguada con la idea banal
De que las personas se ven a cada rato.
Yo no.
¡Y para qué demonios!