Juan Sánchez Andraka, su biografía contada por él mismo

En el año 2000 viajé al estado de Guerrero para charlar con el escritor Juan Sánchez Andraka. Yo tenía entonces un equipo de trabajo para llevar adelante el proyecto de revista cultural El Perfil de la Raza, en cuyo consejo editorial figuraba Miguel León Portilla, entonces director de la Academia Mexicana de la Historia; además nos apoyarían la sexóloga española Anabel Ochoa y el periodista Francisco Huerta.

Si quieres conocer más de lo que Sánchez Andraka nos contó sobre su vida y obra en esta interesante plática, te invito a leer mi libro Juan Sánchez Andraka. Biografía en una charla, disponible en Amazon en versión electrónica; también se puede solicitar impreso.

Mi deseo era entrevistar a Sánchez Andraka e invitarlo a escribir para la revista, así que pedí a uno de mis colaboradores que lo contactara. Pero además deseaba que el autor guerrerense leyera mi primera novela, que terminaría llamándose Una generación perdida, y que me hiciera el honor de escribir el prólogo. Finalmente, obtuve ambas cosas. La invitación que le envié por medio del fotógrafo de mi equipo coincidió con el hecho de que empresarios y gobierno de la entidad habían invitado a periodistas de diferentes medios para recorrer durante dos días el área norte de aquel estado para difundir un corredor turístico que abarcaba la zona en que Sánchez Andraka habitualmente se movía en ese entonces. A continuación, transcribo parte de ese encuentro.

Primera parte

En que Sánchez Andraka nos habla de la manera tan singular en que escribió Un mexicano más, de quién inspiró al personaje de Concha, que aparece en varios de sus libros como el gran amor del protagonista, y de quién era doña Tonchi, otro personaje habitual en sus novelas; además, nos cuenta una curiosidad acerca de su segundo apellido, entre otros temas de sumo interés para todo verdadero admirador de este gran escritor mexicano y de su obra.

Tixtla, Guerrero, 15 de julio del 2000. Mientras desayunamos en Tixtla, veo descender de su auto a un señor de baja estatura que carga una chamarra de mezclilla y cincuenta y nueve años de intenso amor a la vida, a sus semejantes y a su estado, Guerrero. Lo primero que me sorprendió desde que llegamos a Chilpancingo, dos días atrás, fue descubrir que en estos lugares todo mundo lo conoce y aprecia, aunque, no necesariamente, como supimos más adelante, lo identifican físicamente. Una verdadera autoridad moral el señor Andraka por estos rumbos. El fotógrafo y yo subimos a su auto y nos lleva a la casa que tiene cerca, en donde hay una bodeguita para los libros que edita y vende. Comienzo a captar información de primera durante este corto trayecto. Nos enteramos de que tiene un programa de radio que se llama “En busca de nuestras raíces”, de rastreo histórico, difundido los sábados de las 9:00 a las 11:00 de la mañana, y otro en televisión denominado “Tus voces son nuestra historia”, que es transmitido los jueves de 8:30 a 9:30 por el canal 7 de Acapulco. Respecto a este último nos dice: “Me voy a los pueblos, me meto en las cuevas, ando en los adoratorios indígenas con las cámaras. Una especie de ‘Mochila al hombro’, nada más que mucho mejor. Su firma editorial se llama Sanley, nombre formado con las primeras sílabas de los apellidos de sus hijos: Sánchez y Leyva.

Al entrar a la casita solitaria revela que sí convive con ellos, “pero casi vivo solo, por… ¿cómo te dijera…?”

—¿Es como su oficina esta casa? —le pregunto.

Reflexiona…

—Oficina… No me gustan las oficinas. No, yo vivo en un pueblito que se llama Omeapa, que es a unos pasos de aquí.

Nos obsequia un caset y un compacto con música guerrerense, así como su última novela: Ahora que me acuerdo, que, por cierto, yo no conocía, y pedimos que nos la autografíe. También nos entrega un libro de entrevistas: ¡Hablemos claro!: ¿Qué ocurrió en Guerrero durante el gobierno de Alejandro Cervantes Delgado? (Testimonios), el cual dice que no le gusta mucho. Además nos da una obra pequeña: Chilpancingo, 150 años después. Ya le había comentado que me había sido imposible conseguir su libro Zitlala. Se sorprende de que dicha obra tampoco estuviera en su bodega. En fin, todos sus libros se agotan pronto.

Salimos y vamos hacia el centro de Tixtla, donde tiene una casa más, en la que habita su tercera esposa y sus hijos. Antes de entrar le preguntó por qué en sus libros aparece Andraka con k, y en el periódico mural Así somos, que él edita, está con c.

—Ah, te explico: el Andraca es con c, y yo lo uso con c, nada más que el editor se equivocó, o no sé si lo hizo a propósito, con la primera edición de Un mexicano más. Como la edición se acabó en un mes, entonces después ya no quiso cambiarla y yo lo dejé. Incluso en este que es edición mía —me señala Chilpancingo, 150 años después— lo puse con k, y éste es de editorial Sanley.

—Este apellido no suena muy común en México. ¿Tiene algún origen extranjero?

—No, Andraca es un apellido muy común en Guerrero, y sobre todo en Chilapa. Aquí en Tixtla somos muchos Andraca. Y en Chilapa es el apellido más, más común. Incluso la principal avenida se llama como mi abuelo: José María Andraca. Ahora, su origen no lo conozco.

—¿Y a alguna calle de Guerrero, de Chilpancingo, se le ha puesto el nombre de usted? —Bueno, ayer comieron en el restaurant que está en la calle Juan Sánchez Andraka, en Colotlipa.

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