En los libros EL LADO OSCURO DEL METAL, Vols. 1 y 2, se repasan los momentos más interesantes de 50 de las mejores bandas del metal en sus distintas vertientes, incluidas algunas mexicanas, como Luzbel y Nostra Morte.
Todo comenzó en 1970 con el primer álbum de Black Sabbath, que llevaba el nombre de la banda. El tritono del Diablo (muy discordante) que empleó el guitarrista Tony Iommi y la voz macabra y demoniaca de Ozzy Osbourne generaron una atmósfera tal de terror que muchos de sus seguidores tuvieron pesadillas, a lo que contribuyó el rumor de que la mujer de negro que aparece en la portada del disco había salido de la nada.
Si bien varias bandas pueden pelear por el título de fundadoras del heavy metal, no hay duda de que el metal gótico nace a partir de aquí. Pero antes pasó por la etapa del doom metal (la palabra doom hace referencia a la condena y la perdición de las almas humanas), que no hubiera existido sin el álbum mencionado. Las bandas de este género, al igual que las agrupaciones típicas del rock, contaban con guitarra, bajo y batería y un cantante de voz lúgubre. Preferían el color negro para sus atuendos y adornos. Entre los derivados del doom metal tenemos el epic doom y el metal gótico; este último también bebió en las fuentes del rock gótico.
El característico sonido de la guitarra en estas vertientes se debe a que, a los 17 años, Iommi perdió las falanges de dos dedos de la mano derecha en una fábrica, lo que lo obligó a usar prótesis de goma para poder seguir tocando su instrumento. A partir de entonces utilizaría cuerdas mucho más delgadas y sin mucha tensión. En cuanto a la instrumentación, se fueron agregando teclados y música de cuerdas, lo que fue acercando a algunos grupos al género sinfónico y al industrial, entre otros. Y los metaleros del gótico además aprovechan sonidos y temas del death metal o black metal.
Entre las primeras grandes bandas del metal gótico, que inicia su historia en Europa a mediados de la última década del siglo XX, se cuentan Paradise Lost y Theatre of Tragedy, cuyos nombres ya nos hablan de desencanto, maldad, desorden y muerte.
En las historias de algunos de los integrantes de las bandas destacadas de este género hay comúnmente tragedias y toda clase de dificultades, y buscan demostrar coraje para salir del atolladero, a veces acudiendo al humor negro, al sarcasmo y hasta al desafío.
En buena medida, en la novela gótica, en la literatura de vampiros y la poesía romántica y maldita encuentran los temas para sus canciones, interpretadas muchas de las veces por una cantante con voz de soprano. Sus letras hablan de un mundo melancólico, oscuro, en que se refugian de la violencia y de las injusticias. Por ello, a los góticos metaleros no se les puede acusar de agresivos, sino más bien de ángeles oscuros que predican acerca de otra realidad en alas de riffs potentes, pero lentos y suavizados, y con voces que acarician el alma y nos dicen que siempre hay un lugar mejor para estar, como en los ensueños fantásticos que viven y se fortalecen entre las personas que han sufrido y que se agrupan y miran al frente, retando a las fuerzas que pretenden hacerlos sucumbir.
Pero además de ofrecernos el bálsamo de la fantasía oscura, este épico subgénero del rock entona fabulosos versos acerca del tema universal del amor.