LOS STONES Y SU «PACTO» CON EL DIABLO

«Déjalo sangrar» en Altamont

Mucho se ha hablado de un supuesto pacto con el Diablo por parte de The Rolling Stones, lo cual quedaría demostrado, según dicen algunos, con la muerte de un joven durante el concierto de Altamont en 1969, mientras las Piedras Rodantes interpretaban «Simpatía por el Diablo». Aquí te digo la verdad de los hechos y te invito a conocer más en mi libro The Rolling Stones. El grupo que le sacó la lengua al mundo.

Altamont, 6 de diciembre de 1969. Un joven negro es asesinado mientras The Rolling Stones actúan en el Altamont Speedway Free Festival, donde se habían congregado más de 300 mil personas. El culpable fue un miembro de los Hell’s Angels, la banda de motociclistas contratada por los Stones para que se encargaran de la seguridad de su concierto. Corrió el rumor de que el joven negro murió apuñalado mientras las piedras rodantes ejecutaban la canción “Simpatía por el Diablo”. ¿Habían sido entonces los Stones los instigadores de esa muerte?

En los Olympic Studios, desde noviembre de 1968 hasta noviembre del ’69, los Stones habían estado trabajando en un nuevo álbum que se titularía Let It Bleed, Déjalo sangrar, pero antes de terminar el trabajo, los Stones empezaron una gira por Estados Unidos.

Let It Bleed fue lanzado al mercado el 5 de diciembre de 1969.

Incluía “You Can’t Always Get What You Want” y “Honky Tonk Women”, canciones ya publicadas en sencillo, pero la versión de esta última estaba inclinada al sonido country. De hecho, ésa había sido la intención inicial de los compositores: producir un éxito con un ritmo blanco.

El country también se dejó notar en otras canciones de este álbum, bajo la batuta del productor James Miller. Destacan, además de las ya mencionadas, “You Got The Silver” y “Monkey Man”.

Este trabajo les mereció estar en el tercer lugar de la lista de los álbumes más vendidos en Norteamérica y en el primer sitio entre los más exitosos de Inglaterra.

Pero antes de que los Stones cosecharan el fruto de su trabajo, enfrentaron una situación difícil. Aún no se hallaban del todo recuperados por el fallecimiento de Brian Jones cuando debieron sufrir por otra muerte, que haría que su nueva gira por los Estados Unidos fuera calificada como desastrosa.

La desgracia se empezó a gestar cuando The Rolling Stones decidieron contratar a los Hell’s Angels para que se encargasen de la seguridad de su concierto gratuito en Altamont.

En el documental que filmaron David y Albert Maysles junto con Charlotte Zwerin, titulado Gimme Shelter –nombre de la canción con que abre el álbum Let It Bleed– se observa a fanáticos subiendo al escenario, incluso a una mujer algo obesa y desnuda intentando acercarse a sus ídolos, mientras Jagger, viendo que la situación se estaba saliendo de control, pidió calma, sobre todo al ver la rudeza con que los Hell’s Angels estaban enfrentando la situación. Los Stones, que eran la actuación estelar de aquel festival, se ven por momentos mezclándose con gente de su equipo, con algunos admiradores y con los motociclistas, mientras interrumpen la ejecución de “Simpathy For The Devil”.

Antes de ellos habían actuado Carlos Santana, el grupo emblemático del rock ácido californiano Jefferson Airplane, la banda The Flying Burrito Brothers y Crosby, Stills, Nash and Young. Durante las actuaciones de estas estrellas tam-bién hubo algunos desórdenes, principalmente instigados por la actitud de los Hell’s Angels, que estaban abusando de su fuerza y usando sus motocicletas para mantener al público alejado del pequeño escenario. Las cosas llegaron a tal grado que el fundador de Jefferson Airplane, Marty Balin, terminó siendo golpeado por un motociclista mientras actuaba su banda. Ello hizo que otro de los grupos considerados en el cartel, The Grateful Dead (Los Muertos Agradecidos), tomara la decisión de no presentarse. Por cierto, esta banda ya había contratado a los motociclistas como agentes de seguridad de sus eventos y fue justamente ella la que se los recomendó a los Stones diciéndoles:

–Vamos, es lo más barato que pueden encontrar. ¡Sólo cobran quinientos dólares!

–No olvides las cervezas –añadió otro de los muertos agradecidos.

–Cierto. Denles además unas cervezas y verán qué contentos quedan.

Al parecer, Las Piedras Rodantes se mostraron satisfechas con esas referencias. Parecía que al fin algo iba a salirles bien, pues habían estado enfrentando varias dificultades legales y administrativas para poder llevar a cabo su evento al aire libre sin costo para los asistentes.

Pero respecto al asunto de la contratación de los Hell’s Angels, el encargado de giras de los Stones, Sam Cutler, dio otra versión:

–En realidad los pandilleros motociclistas sólo acudieron al lugar como cualquier otro, con deseos de pasar un buen rato, y al ver los disturbios tomaron la decisión de encargarse del orden.

Algunos Hell’s Angels echaron por tierra esas palabras al decir que se habían animado a convertirse en guardias de los Stones a cambio de cervezas.

Lo peor se suscitó cuando, según algunos testigos, un joven negro de apenas 18 años, que después se supo que se llamaba Meredith Hunter, les mostró una pistola a los Hell’s Angels, al parecer para defenderse de sus abusos. En esos momentos The Rolling Stones estaban interpretando la misógina “Under My Thumb”. Los Hell’s Angels dieron puñetazos y patadas a Hunter, y él murió tras ser apuñalado por uno de ellos, de nombre Alan Passaro. Las autoridades lo detuvieron, pero se le liberó al considerarse que había actuado en defensa propia. La autopsia detectó que Meredith Hunter había estado consumiendo drogas.

La idea de ese concierto gratuito había sido de los Stones, principalmente de Mick Jagger, por lo que, aun sin haber razón para ello, se sintió culpable no sólo de esa muerte, sino que también pesó en su conciencia el hecho de que otro asistente al evento se ahogara en un canal y que dos personas más murieran atropelladas por la desorganización que se originó en los alrededores del concierto.

Tras la muerte de Meredith Hunter, los Stones decidieron dar por finalizado el evento. Los testigos del apuñalamiento se hallaban horrorizados. Algunos afirmaron que el chico negro en realidad había sido apuñalado por dos de los motociclistas, pero en el documental Gimme Shelter sólo se alcanza a ver a uno, Alan Passaro, haciendo a un lado la pistola que sostenía Hunter y apuñalándolo en la espalda.

Pero no todo en la gira por Estados Unidos fue malo. De hecho son memorables sus presentaciones del 27 y 28 de noviembre de 1969 en Nueva York, en el auditorio del Madison Square Garden. El sonido era excelente –a diferencia del que tuvieron en Altamont– y por ello la banda, que había mandado grabar esos conciertos, decidió lanzar al mercado un álbum en vivo con buena parte de lo ahí interpretado, además de una pieza que ejecutaron anteriormente, el 25 de ese mes y año, en un concierto en Baltimore: “Love In Vain”, de Robert Johnson.

El álbum requirió mucho trabajo y por ello no salió sino hasta el 4 de septiembre de 1970. El título de este material –que contrastaba mucho con el álbum “en vivo” que apresuradamente había lanzado al mercado su anterior manager, Andrew Oldham: Got Live If You Want It!, a fines del ’66– fue Get Yer Ya-Ya’s Out! The Rolling Stones in Concert. La calidad era óptima y por ello los Stones dijeron que éste era su verdadero lp en vivo. El disco contiene tres de sus más grandes éxitos: “Jumpin’ Jack Flash”, “Honky Tonk Women” y “Street Fighting Man”, además de “Simpatía por el Diablo” y dos composiciones de Chuck Berry: “Carol” y “Little Queenie”.

Nuevamente bien recibido por la crítica y aclamado por los fans, este material de The Rolling Stones los fortaleció y animó mucho. Además, ya habían inyectado mucha de la energía que derrochaban en sus presentaciones a su último álbum de estudio: Let It Bleed. Aunque después de los hechos sangrientos de Altamont, el título desagradó a algunos, pues les parecía que “Déjalo sangrar” podía relacionarse con la muerte de Meredith Hunter como algo premonitorio.

A estas alturas, la fama y fortuna de los Stones para muchos mal pensados tenían que ver con prácticas demoniacas. Les parecían pruebas irrefutables de ello el sobrenombre de la banda, “Sus Satánicas Majestades”, y el que algunos creyeran que su canción que hablaba de devoción por el Diablo había influido en los hechos de Altamont. De hecho, se sigue difundiendo el falso rumor de que el chico murió mientras interpretaban esta canción que humaniza al rey de las tinieblas.

Pero los miembros de The Rolling Stones no se preocuparon mucho por tratar de desmentir estas inquietudes de parte de sus admiradores y detractores (sobre todo adultos). Eran supersticiones que nadie debía tomar en serio en pleno siglo veinte, y se siguieron dedicando a lo que mejor saben hacer: excelente rock con base de blues.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *