MIS CUENTOS DE TERROR EN VIDEOs de youtubers

Me complace ver que diversos youtubers, es decir, creadores de contenido en la plataforma más popular de videos en internet, YouTube, han elegido varias de mis historias del libro Cuentos mexicanos de horror y misterio, otras de mi obra Leyendas mexicanas de terror y algunas del tomo de Historias reales de espantos y aparecidos. Desde unas cuantas decenas de vistas por video hasta miles, mi obra se va difundiendo poco a poco.

Pero me llama la atención que en varias ocasiones no se me da el crédito como autor. Incluso hay youtubers que se dan el crédito. Algunos adaptan la obra y lo reconocen, pero no me nombran. Incluso hay quienes dicen que son leyendas populares, siendo que en realidad son cuentos que surgieron de mi imaginación. Como sea, y como recomiendan algunos que saben sobre difundirse como escritor, lo importante es que nos ayuden a propagar nuestras letras, sobre todo a quienes no contamos con mucho presupuesto para pagar por publicidad.

La calidad de los videos es muy variada, pero en especial me gustó la versión que estudiantes de un taller de radio hicieron de mi cuento “El tranvía fantasma”, en que aprovecho unos cuantos hechos reales para construir la historia. Me refiero a este trabajo de Chilaquiles Casa Productora:

Les comparto el texto y después les obsequio más enlaces de los videos que circulan por internet, o incrusto los videos, indicando el libro del que fueron tomados los relatos. Aprovecho para invitarlos a conocer mis libros y a dejarme algún comentario en su tienda favorita de internet. Mis libros se pueden solicitar impresos en Amazon, y en formato digital están disponibles tanto en Amazon como en Google Books y en Smahswords.

El tranvía fantasma

La noche había avanzado aprisa sin que Fermín Couto lo notara siquiera, embebido en la plática y disfrutando de excelentes vinos en compañía de sus compañeros de oficina. De pronto miró el reloj y pensó en su esposa e hijos, que debían estar muy preocupados por su tardanza, así que, sin reflexionar en los medios de transporte que pudiera conseguir para llegar al otro lado de la ciudad, se despidió apresuradamente y salió a las solitarias calles de aquella zona de Tlalpan. Anduvo entre el frío de la noche, buscando un taxi o un autobús.

Se paró en una esquina y sólo vio pasar vehículos particulares.

–Ni modo, ¿qué le vamos a hacer? –se dispuso a esperar con paciencia, pues las piernas le dolían de tanto caminar.

Se acercó a una parada de autobuses y se sentó en la banca de cemento. Contemplaba sus zapatos cubiertos de polvo cuando descubrió una vía que se hallaba semioculta entre el asfalto y la hierba. Se veía que tenía décadas sin ser usada. Al fondo del baldío de donde salía esa extraña vía férrea, se veían pilas de tubos que la atravesaban. Sí, aquellos rieles habían quedado olvidados.

Ya sumido en su desesperanza, resignado se subió el cuello de la chamarra y se cruzó de brazos.

De pronto oyó un silbido espeluznante que lo hizo erguirse de un salto y distinguió de inmediato las dos luces amarillas que venían del baldío.

–¡No puede ser!

Fermín pudo ver la rauda marcha de un tranvía.

Sin reflexionar mucho más en lo extraño del suceso, ansioso de llegar a su casa, se acercó a las vías y desde esa distancia se puso a agitar los brazos para no pasar inadvertido al chofer de aquel transporte de lúgubre sonido.

Mientras aquel tranvía se acercaba, el cerebro de Fermín se empezó a despejar:

–¿Cómo atravesó los tubos sin problemas y sin que se escuchara un escándalo que despertaría a toda la ciudad? ¿Cómo fue que no resultó afectada la estructura del tranvía? –cuando esto pensaba, descubrió que el vehículo estaba deshecho de la parte delantera y, bajo la vieja gorra del conductor, creyó distinguir la ausencia de carne. Sólo dos ojillos maliciosos refulgían con malicia.

El vehículo al fin estaba frente a él. Antes de que se abrieran las puertas, Fermín notó que el aspecto del tranvía era antiguo, parecía recién sacado de un deshuesadero y los detalles de la pintura: franjas verdes sobre color marfil, le recordaron los que había visto en las fotos amarillentas del abuelo, quien fuera conductor de tranvías a mediados del siglo XX.

De pronto las puertas se abrieron violentamente. El conductor ocultó su rostro con su mano enguantada y dijo con voz cadavérica:

–¿Servicio, señor? Suba usted. Esta zona es muy peligrosa.

El instinto de conservación recomendó a Fermín tratar de librarse de ese viaje:

–¿Trae usted lugares?

–¡Por supuesto, vea usted!

Fermín se alejó un poco del tranvía para mirar a través de las ventanillas. Descubrió una decena de figuras, a todas las cuales sus ropas de los años cuarenta o cincuenta les venían muy holgadas. Por más que intentó, no pudo distinguir los rostros de aquellos pasajeros, entre los que había un niño con uniforme de marinerito y un par de chicuelas con amplios vestidos, al lado de adultos portando sombreros con listones o de ala inclinada.

–¿Y bien? –insistió el conductor–. ¿Se va o se queda?

Pensando que se estaba dejando llevar por fantasías acerca de fantasmas y demonios, Fermín subió resueltamente, metiendo la mano a una bolsa de su pantalón para extraer las monedas. Después de todo, ¿qué le podía pasar en un autobús en que viajaban criaturitas como aquellas?

Cuando el conductor tomó el dinero, Fermín pudo sentir sus manos huesudas bajo el guante y de pronto pensó en una última oportunidad de salvarse de ese recorrido.

–Pero ¿a dónde lleva este tranvía? Yo en realidad voy…

El hombre arrancó violentamente y al fin mostró su rostro mientras lanzaba una carcajada espeluznante. De la calavera surgió un hervidero de gusanos y dijo dramáticamente:

–¡Va usted al infierno!                          

–¿El infierno?

Entonces las luces de una escandalosa ambulancia que iba en sentido contrario iluminaron por unos momentos el fondo del autobús y Fermín descubrió que todos los demás pasajeros eran seres descarnados, los cuales lo miraban con burla y saña.

–¡No, no, qué van a hacerme! ¡Déjeme bajar, abra esa puerta!

Trató de saltar por una ventana, pero fue contenido por las férreas manos de los cadáveres.

Estando herméticamente selladas las ventanas y puertas de aquella unidad fantasma, los gritos de auxilio del único pasajero mortal no pudieron ser escuchados por los escasos transeúntes. En poco tiempo, a Fermín le faltó el aire y cayó asfixiado, lo cual fue una bendición, pues mientras el tranvía se internaba en las entrañas de la tierra, los cadáveres comenzaron a clavar sus afilados dientes en su cuerpo. Sólo un grupito de indigentes fue testigo del hecho, pero, por su condición, nadie les creyó. Algunos fueron internados en un hospital psiquiátrico, sin embargo, volvieron a las calles al poco tiempo y difundieron lo que aquí referimos. El más viejo de ellos dio mucha luz sobre el hecho.

Refirió que allá por el año de 1950 comenzaron a circular por la Ciudad de México unos tranvías de segunda mano, conocidos como modelo PCC, que ya habían prestado sus servicios por casi diez años en Minnessota y otras ciudades de Estados Unidos, de modo que las posibilidades de que sufrieran accidentes eran grandes. Y así fue: en la ruta que daba la vuelta a la Colonia Obrera e iba hacia Tlalpan se suscitó un terrible accidente cuando uno de aquellos tranvías embistió a un autobús. Afortunadamente, los pasajeros de este último sufrieron pocos daños, pero el tranvía quedó deshecho y con todos sus ocupantes muertos. El viejo refería que este sucedido lo conocía muy bien, pues él había sido cobrador de aquella ruta de camiones. Al poco tiempo, circulando sobre otros autobuses de la ruta, el hombre empezó a escuchar rumores de que en aquel fatal cruce de calles se veía el tranvía fantasma circular raudamente, buscando llevar pasajeros al infierno.

Enlaces a los videos

Del libro Cuentos mexicanos de horror y misterio

La bruja de la colonia Guerrero

Adaptación.

Plausible el trabajo de mi amigo Saint Räc. Excelente tono de voz y dicción. Visítenlo sin tardanza.

Un viaje al infierno

Con voz de creepypasta, pero muy bien narrado y editado.

Las bestias diminutas

Muy recomendable el trabajo de Martha Patricia Guerrero, destacada estudiante de Creación Literaria en la UACM y en talleres de teatro. Pronto se mudara de canal, al de M de Miedo, ya que YouTube la desmonetizó por hablar de la crueldad contra los animales. ¡Apoyémosla! Les comparto el enlace https://www.youtube.com/channel/UCT-ijermEOdUyGX-TGk4mcw/featured.

Se basa en mi cuento, pero no me da el crédito.

El cura que volvió del infierno

El sastre de la muerte

Muy valioso el trabajo de los cuatro primeros youtubers de este bloque, que continuamente están subiendo videos.

Tikuz Bravo le pone mucho entusiasmo a su trabajo. La recomiendo mucho y la felicito.

Otro excelente trabajo de Saint Räc.

Me encanta el trabajo de esta youtuber. La acabo de descubrir. Siempre me da el crédito de las historias que cuenta.

Versión muy libre, pero creativa.

“Ortseun erdap”, que se caiga la bruja

La escuela de los espectros

Adaptación.

La vampiresa de Puebla

Del libro Leyendas mexicanas de terror

La pasajera desconocida

https://youtu.be/ZKto-YwoiEY

Tuve dificultades para incrustar este video, pero les dejo el enlace. Es del canal Onirismoz, que combina rock y relatos de miedo. Una original mezcla con buena voz de locutor.

El tranvía fantasma

Adaptación, pero la pantalla se ve negra todo el tiempo.

Adaptación.

El Chivo del Cerro del Tuiche

https://youtu.be/I3TTpCnSkaU

Otro video que no pude incrustar del canal Onirismoz. Sigan el enlace. No se arrepentirán. Muy buena narración.

Del libro Historias reales de espantos y aparecidos

El perro pateado por un fantasma

Los invito a apoyar a estos youtubers interesados en difundir la literatura de horror suscribiéndose y estando al pendiente de sus nuevas publicaciones. Es triste que algunos youtubers, a lo largo de los años, hayan decidido cerrar sus canales o cuentas, por lo que he actualizado la lista al 25 de mayo. Espero que no haya más cambios y que los muchachos sigan entregándose a la literatura mediante la plataforma de YouTube. Hasta una próxima entrega. Ya saben que los aprecio mucho. Un abrazo.

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