A mediados de los años noventa, incursiona en la escena del rock una potente vertiente que mezclaba el rock and roll, el punk y el escandaloso rasgueo de las guitarras del heavy metal. A este nuevo ritmo se le denominó grunge y en él un par de bandas alcanzaron la cumbre: Nirvana y Pearl Jam, que hicieron más melódico el estilo que habían impuesto Sound Garden y Green River.
El grunge era un grito de angustia existencial, que Kurt Kobain, el cantante de Nirvana, supo llevar a la cúspide, como un alarido primal, es decir, primitivo, que surgía en su caso no sólo de su dolor por el divorcio de sus padres, que se dio cuando él tenía sólo 9 años, sino también de sus malestares físicos, principalmente estomacales, que, junto con la depresión, lo tumbaban en la cama.
Para empeorar las cosas, sufrió de bullying y, para sobrevivir a todo ello no bastó la música. Con el tiempo, él buscaría las drogas. Kurt Donald Cobain nació en febrero de 1967 y desde niño se interesó en el rock. Le atrajeron principalmente The Beatles (que eran dados a componer algunas canciones para niños, como “Yellow Submarine”) y su grupo competidor, el de los estadounidenses de The Monkees, que tenían una serie de televisión cuyo tema le encantaba a Kurt.
Después se sintió atraído por los Ramones. Tuvo su primera guitarra a los 14 años y para entonces ya fumaba mariguana. A los 18 formó la banda Fecal Matter. Poco después conoció a Krist Novoselic, un chico rebelde y amante del punk, a quien además le fascinaban bandas como Black Sabbath y Led Zeppelin, y tras meses intentándolo, lo convenció de formar una agrupación, en la que Novoselic tocaría el bajo. Era 1987.
Empezaron a ensayar en la parte alta del salón de belleza de la madre de Krist. Tuvieron varios bateristas y, en 1989, grabaron su primer álbum, Bleach, con el que la gente empezó a alabar el rock surgido de Seattle.
No fue sino hasta 1990 que se les unió Dave Grohl como percusionista definitivo. Justo ese año firmaron un contrato con DGC Records, con quienes lanzaron al mercado su segundo disco de larga duración: Nevermind, que los llevó a la fama mundial.
El primer sencillo extraído de este álbum, Smells Like Teen Spirit, llegó a los primeros lugares en varios países. Por desgracia, la vida de la banda fue breve: duró sólo siete años, pues Kurt, según cuentan, se suicidó en 1994.