Poemas y videos

El yo más cierto

Mi poema «El yo más cierto» recitado por mi amiga Arona Garley, una talentosa artista española .

No me atrevo a dejar

Solitario este lugar.

Sin conciencia desaparecerían

Las incontables habitaciones de mi cuarto.

No me decido a entregarle mi intelecto

Al espectáculo nocturno citadino,

A los caminos sin destino

De las oscuras alamedas.

Para mi poesía

Acaso baste esto mismo:

Paredes y muebles

Que han cobrado animismo.

No me atrevo a mirar

La cara de otro ser viviente.

Sin ausencias,

Yo no podría estar presente.

Cascada terciopelo

Mi poema «Cascada terciopelo» en mi propia voz.

Desatas la cascada terciopelo

En noche claraluna madreselva,

Derramas en el cuerpo aroma, incienso y

Desatas en mí encanto de llanura.

Cansino, paso a paso, lento lento,

Busco de tu tacto la ternura.

Te ves en el altar, casi un espejo,

Tú sola, tú prohibida, tú madura.

Detienes la llamada de mi fragua

Con un rostro casi niño, muy sereno,

Das un giro, ya la espalda,

Y te pierdes en la ruta de tu sueño.

Buenas memorias

Mi poema «Buenas memorias» recitado por mí mismo.

No acumules demasiada tristeza sin verme antes

El zócalo de tu voz

Reúne a los pájaros del viento

Que son recuerdos honrosos

Haces crecer los árboles del horizonte

Y en tus blancos muslos

Descansan las estatuas de los héroes.

Elevas las crestas de los mares

Y aceleras el ritmo de las ciudades tardías

Pero acumulas silencios que hunden los colmillos en tus sienes

Conozco a esas bestias incorpóreas y mudas

Que reptan dejando un rastro nauseabundo.

No acumules sanguijuelas en tu pecho

Ni en tu cabellera

Que se quieren tuyas

No imites a los posesos de las hordas diabólicas.

Siéntate en tu jardín

Que yo pasaré raudo y a oscuras

Domina a los elementos para facilitar mi camino y mi estadía.

Cuando me vaya

Tras besar por último tu garganta

Las bestias habrán sido descabezadas

Y tendrás otros cinco años de buenas memorias.

Te aprendo paso a paso

Mis versos de «Te aprendo paso a paso» en voz de la poeta española Paula González González.

Tu sutil inteligencia veraz me fulmina

Te aprendo paso a paso

Paso a paso de la vida

Tus ojos como ascuas en el cielo

Tus piernas como ríos de leche

Tu vientre como selva piadosa en que desciendo

Tus manos en que andarme puedo

Llegarme puedo

Terminar pretendo.

Tú toda me provocas vida

Reverdeces visiones

Enrojeces venas oscurecidas.

Te busco paso a paso de la noche

Cara tras cara de las constelaciones

Me detengo en el nido donde yaces

Me sumerjo en tu impiedad calurosa

En tu indiferencia amante

En tus palabras que me ofenden

Y me destinan a ti.

El rostro de la noche sabe a las flores de miel de los ancestros

Las calles sollozantes son más largas e indecisas

El viento tiene miedo de que no resurjan las ventanas familiares

Que dan cohesión a la existencia.

Y en ese vagabundo valle fugitivo

Donde alguien planeó nuestros hogares

Te desvelo con aromas de suicida

Te rearmo con hálitos de primavera

Te enciendo con la canícula del verano

Me entremeto en tus carnes con la escarcha del invierno.

Sólo tú me provocas vida

Sólo tú has visto al niño que llora en mis esquinas.

Savia cara, roja, negra y fugitiva

Escasa y solitaria

Se desliza a desgana por mis túneles

La vida se hace lenta

Las horas eternizan depresiones

Y sólo tú me provocas vida con la canícula de abril.

Pero hace frío cuanto tiende

Su capucha rota la noche enloquecida

Recibiendo luz del eterno en chispazos y asfixiando a los hombres del

ocaso

Que crepitan cuando el sol se esconde

A los hombres que abandonan sus madrigueras

En pos del alba de tus ojos claros.

Mujer del tiempo

Mi poema «Mujer del tiempo» en voz de la poeta española Paula González González.

Eras la mujer del tiempo

La mujer del tiempo

La que lo creaba y recreaba todo.

Tenías múltiples nombres

Uno para cada día de la semana

Uno para cada estación y año.

De todos los seres

Visibles e invisibles

Tú eras quien avivaba mis huesos

Quien daba vida a todos los sistemas

Del cuerpo

Del agua y de la tierra.

Tú, mujer de los cultivos,

Conmovías a las olas

Cementerios

A las auras y serpientes

Monasterios

A los puentes sobre urbes solitarias

A pirámides y templos.

Tú has permanecido

Siempre colosal

Tú, mujer del tiempo,

Me envolvías con tus pétalos y plumas.

Eras la mujer del tiempo

La mujer que un día en silencio

Me otorgó mi nombre

Quien me dijo lo que mis padres no supieron

Y así fuiste la mujer que dio sentido a lo disperso.

¿Y el mar cuándo…?

Mi poema «¿Y el mar cuándo…?» declamado por Bella Aída Paz, poeta hondureña.

¿Y el mar cuándo estallará

Y engullirá las ciudades que lo cercan

Después de las batallas perdidas por ganarte una mirada?

¿Y cuándo se derrumbarán los reinos

Si has girado el rostro al descubrirme?

¿No dirás nada?

¿Besarás mi faz y me entregarás a la tortura?

No, eso lo hacen sólo quienes han amado y se arrepienten de entregar a la

muerte al amado.

Tú sólo te irás indiferente

Olvidando mi nombre,

Mi rostro, mi mirada.

¿Enojada?

Mi poema «¿Enojada?» recitado por la poeta española Paula González González.

Me avergüenza mi edad bajo tu ceño

¿Por qué lloras y me miras?

Y no lloras como una niña en la inocencia

Sino con la rabia de la mujer culta

A quien le acalora la actitud indiferente

Mi poema «¿Enojada?» recitado por mí mismo.

Como un golpe en la mejilla.

Provienes de un pueblo seco cuyo nombre se ha perdido

Tus pies finos y desnudos

Se han acostumbrado al suelo.

Tus manos finas y pequeñas

Se recuestan abrazando mis poemas

Sobre tus muslos delgados y lechosos.

Las gaviotas abandonan sus nidos

Y se dejan llevar

Por este viento de almas que braman.

Nos miramos, mantenemos la distancia.

¿Por qué me buscas?

¿Por mis letras?

Sé que ni siquiera has abierto mi poemario.

Siempre te sientas alejada

Pones tus fardos de por medio

¿Por qué me ofende tu distancia?

Jamás vi que sollozaras

Decías tener líos

Mas nunca hablas de ello.

Te he visto alegre

Y hoy te vi la ira

Pero una ira

Disipándose en la dorada tristeza de tus ojos.

Sé que no volveré a buscarte

Al menos no en los próximos años,

Pero tú te quedas apaciguada con la idea banal

De que las personas se ven a cada rato.

Yo no.

¡Y para qué demonios!

Incógnitas de arena

Mi poema «Incógnitas de arena», en mi propia voz.

Y cuando muera,

¿Todas estas incógnitas de arena

Se harán un signo fatigado

Que recorra sin raíz y sin razón el universo?

¿Una conciencia casi nada

Que se vuelve?

¿Una agonía calcinada

Que no muere?

Dios lo sabe

Y en su eterna indiferencia

Tuerce el cuello cual la hiena.

(El Sol se estremece

En mi copa de arena.)